Cuando la muerte me guiñe un ojo para
bailar juntos un tango
cuando se apague en mis ojos
ese elixir de la vida que me mantiene parado.
Cuando llegue el momento
en que polvo me convierta
y una brisa fría acaricie mi alma ya muerta.
Cuando llegue ese momento en que
el silencio de lo eterno pose en mi boca un beso
y la oscuridad en su cama me haga preso.
Me iré contento
ya que nada es para siempre
y todo al final se termina y justo en ese umbral
que se esconde tras la muerte quizá no
se sabe de heridas.